El Cine, globalización y cultura.
Por Zuhair Jury
Por Zuhair Jury
“El hombre es entidad sagrada, al menos espiritualidad trascendente. Su contenido sensorial se opaca, e ilumina en tanto reconocimiento de sí, reconocimiento de su persona, de su identidad. Es solo en este estadio, en el de la identidad, donde el hombre concluye su ciclo de Ser consustanciado con el cosmos socio- cultural que lo rodea y contiene. Sin este cosmos socio-cultural el hombre transita sin conmoción ni advertencia, transita vacío, transita como extranjero aún de su propia tierra.”
Hoy, bajo el signo de la Globalización, los poderosos centros del dominio de lo audiovisual irrumpen al centro justo del alma de la identidad de los pueblos, desnaturalizando, opacando, borrando lo que es principio vital de su existencia: su identidad su cultura.
La Cinematografía argentina ante este fenómeno se ha dividido en dos caminos: unos los que optaron por el marketing, los filmes catástrofes, o thrillers con profusión de promoción y publicidad que respaldan corporaciones de gran poder económico y que dado el contenido y resultado satisfactorio de sus obras, no necesitan realizadores cinematográficos, sino “fabricantes de éxitos populares”.
En el otro camino han quedado los independientes, los que no han perdido las raíces, los que consideran a la cinematografía como arte supremo cuya máxima razón es exponer ante una pantalla el alma de nuestro pueblo en su dramática cotidiana. Estos son los que aún creen en la dignidad de la vida.
No obstante estos, “los independientes”, son los que dadas las reglas del juego quedan atrás. Sus posibilidades de acceso al crédito son improbables. ¿Quién avala a un ensoñado fuera de la reglas del marketing? No obstante a estos les queda un consuelo, el alto honor de saber que alguna vez, en algún lejano país, alguien verá su filme y se enterará de cómo es un hombre argentino.
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Filmografía
El largo viaje de Nahuel Pan
Dirección: Jorge Zuhair Jury
Guión: Jorge Zuhair Jury , Marta Mantello
actores: Alberto Segado, Fabián Gianola, Martín Andrade, José Cantero, Mónica Gazpio, Josué Ángel Giunta, Mario Galvano
Genero: documental ficcionado
Cinematography: Héctor Collodoro
Duración: 90 Min
Lenguaje: Español
Pais: Argentina
Año: 1995
Sinopsis :
Nahuel Pan es jefe de una comunidad Mapuche que esta siendo desplazada de su territorio original por el avance de la globalización. Ante esta problemática emprende un largo viaje para reunirse con las autoridades políticas. Este viaje no será fácil, pero la fuerza y la esperanza de este hombre lo llevará hasta el incierto final de su aventura.
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Una niña y su universo de fantasía en los hornos de ladrillo.
Primer premio en el Festival Internacional de Karlovy Vary, Checoslovaquia.
Actores: Rodolfo Bebán, Juana Lara, Raul Lavie, Leonor Benedetto, Elcira olivera Garcés.
El fantástico mundo de la María Montiel (1978)
Una niña y su universo de fantasía en los hornos de ladrillo.
Primer premio en el Festival Internacional de Karlovy Vary, Checoslovaquia.
Actores: Rodolfo Bebán, Juana Lara, Raul Lavie, Leonor Benedetto, Elcira olivera Garcés.
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La mayoría silenciada 1983
La desesperación de un hombre que viene del mundo de los oprimidos por el sistema.Actores : Juan José Camero, Rodolfo Ranni, Ana María Picchio, Estela Molly, Mariana Pellegrino.
Sinopsis
El piano mudo
La historia transita la vida del músico Miguel Ángel Estrella, tomando como eje su cautiverio en la cárcel de Uruguay durante la última dictadura militar. Miguel Ángel Estrella sufre torturas y vejámenes, superándolas con la fuerza de sus convicciones y su profunda espiritualidad. Haciendo uso de ésta, viaja oníricamente por su historia, reencontrándose consigo mismo para convertirse a partir de su liberación en un símbolo de la lucha por los Derechos Humanos y la dignidad de los pueblos en todo el mundo.
NOTAS PERIODÍSTICAS
Diario la opinión line 29/12/13
Al rescate de la filantropía
Un acercamiento a Zuhair Jury, la pluma oculta detrás de Leonardo Favio. Escritor, guionista y director cinematográfico, autor de una singular obra que invita a confiar en el hombre.
Quién dijo que todo está perdido
Zuhair Jury nació en Luján de Cuyo, Mendoza, a mediados de 1930. De esa tierra, del recuerdo de esa tierra, están hechos sus primeros relatos: el pueblo, la tarde, la gente, los dramas. “Lo más extraño, que puede entenderse tal vez desde el realismo mágico, es que allí, en un pueblo de treinta cuadras, funcionaban dos cines que abrían todos los días a sala llena”, recuerda en una breve entrevista.
Hijo de una aficionada escritora de radioteatros y un sirio que los abandonaría a los pocos años, Zuhair vivió una infancia feliz en Mendoza, hasta que, empujada por la difícil situación, su madre debió emigrar a Buenos Aires con él y su otro hijo, Fuad Jorge Jury, mejor conocido como Leonardo Favio.
Del trabajo con su hermano surgieron memorables filmes, como “Crónica de un niño solo” (1965), cuyo relato se construye sobre las memorias de ambos tras su paso por el reformatorio que luego sería la cárcel de menores, “Este es el romance del Aniceto y la Francisca, de cómo quedó trunco, comenzó la tristeza y unas pocas cosas más” (1966) -mejor conocido como “El romance del aniceto”-, Juan Moreira (1973) y Nazareno Cruz y el lobo (1975), entre otras.
En la dupla compuesta por los hermanos Jury, Zuhair fue quien se encargó de los guiones. Así, “El romance del Aniceto” está basado en su cuento “El cenizo”, al igual que “El dependiente” en su cuento homónimo, ambos reunidos en el recientemente editado “El romance del aniceto y otros cuentos” (editorial Mil botellas). Esta compilación de relatos breves -entre los que se incluyen “La ballena”, “De un sucedido” y “El de los baldes”- explora en un tono arltiano, al igual que sus restantes producciones, el costado marginal y poético de la sociedad argentina: antihéroes, desplazados y silenciados que tienen voz propia en sus ficciones. “Con esa gente me siento muy bien, conozco su lenguaje, soy parte de ellos. Con quien no me muevo bien es con la clase media, ni siquiera puedo intentar un relato porque desconozco y no me conmueven sus dramas. Pertenecen a una vibración menor que los dolores de abajo. No sé explicar un problema de clase media, no me llega, lo cual no quita que me hubiese gustado pedirle al cirujano que me operó que firmara en mi estómago su hazaña. No deberían firmarse las obras, así como los cirujanos no firman sus hechos. Pero lo que más me conmueve son los mundos interiores, lo sensible” reflexiona.
Historias de celuloide
Si bien Zuhair se ha destacado como guionista, también dirigió sus propias películas. Al respecto, el guionista y director se declaró convencido de que un buen guionista puede hacer cine en cualquier momento, en tanto los valores de los planos están incorporados de tal forma en la escritura del guionista al momento del armado del guión, que ésto es prácticamente natural. Entre las producciones destacadas de Zuhair Jury como director pueden encontrarse “El fantástico mundo de la María Montiel” (1978), “El largo viaje de Nahuel Pan” (1995), “El piano mudo” (2001) y la inédita “La mayoría silenciada” (1986). “El fantástico mundo de la María Montiel” es una narración con estilos del realismo mágico que cuenta la historia de la pequeña María Montiel, una niña que vive un mundo de fantasía entre los hornos de cocción de ladrillos. Esta película le valió a Jury el primer premio de Karlovy Vary en el Festival Internacional de Cine de Checoslovaquia. “El largo viaje de Nahuel Pan” es la historia de Nahuel, un hombre perteneciente a la tribu mapuche que viaja a Buenos Aires para hablar con el presidente de la nación. Al llegar a la Capital Federal entabla amistad con un homosexual -interpretado por el brillante Alberto Sesgado-, quien lo ayuda a denunciar los abusos del poder a su comunidad y los padecimientos de su pueblo. Momento donde el Jury guionista sale a relucir es el breve diálogo que Nahuel tiene con el secretario del presidente, quien, sin entender mucho la paz de ese hombre, lo escucha asombrado: “Donde no vive ni la lagartija. Ahí estamos nosotros. Con nuestros hijos flacos, con nuestras mujeres que tosen. [...] Mandamos a nuestros hijos a la escuela, y a veces vuelven llorando, porque tu historia les dice que somos salvajes.”
Finalmente, “El piano mudo” es la ficción que Jury imagina para la vida del eximio pianista tucumano Miguel Ángel Estrella, más precisamente su encarcelamiento como preso político en Uruguay durante la dictadura. Estrella, descendiente de turcos, fue apresado por el ejército uruguayo, torturado y maltratado en una cárcel del país oriental, donde llegó a sufrir severos atrofios en sus dedos a causa de los maltratos. Para el desarrollo de esta película, Jury se apoyó en las recomendaciones y relatos del mismo Miguel Ángel Estrella, hoy embajador argentino en la UNESCO: “Ese fue un desafío muy difícil, muy tremendo, porque hacer la vida de alguien que está vivo es casi una insolencia: es tremendo pretender reflejar a quien anda caminando, lo que hizo algunos años atrás. Puede decirme la persona: ‘Yo no caminaba así’. En fin, tuve un año de trabajo con él, tomando notas, elegí un actor no conocido pero que tenía todas las características de su imagen, y entonces me largué. Trabajamos en la cárcel del Uruguay que paradójicamente o cínicamente se llama “Libertad”, donde él estuvo torturado y detenido, y no desapareció porque influyeron hasta la corona de Inglaterra. Inclusive fue la reina la que le mandó el piano. Él rogaba por un piano y el piano se lo entregaron desarmado, con las teclas mudas. Lo que ellos no sabían es que una persona del talento musical de esos niveles puede sentir la música digitando el instrumento que fuese. Así que más allá de las desesperanzas por lo que le habían entregado, pudo recrear conciertos enteros. Hubo uno que no lo pudo tocar nunca más luego de liberado, y es el que más ensayó en ese teclado mudo…”
Tanto en sus películas, como en sus guiones y relatos, Jury trabaja la tensión entre el margen y el centro, la periferia y el poder. Sus protagonistas encarnan situaciones que ponen de manifiesto el conflicto entre el “deber ser” -representado por el aparato legal y social que encuadra las historias, siempre presente- y los abusos por parte de quienes promulgan estas imágenes contra los habitantes de las periferias: los “niños solos”, los pueblos originarios, los artistas, los distintos.
Con respecto a sus producciones y el papel del arte, del cine fundamentalmente, Jury expresó, a propósito del lanzamiento de su último libro “El glorioso velorio de Juana Pájaro”: “Hay una equivocación: el cine no es una industria, una industria es una fábrica de alpargatas; ni es un entretenimiento, para entretenerse uno va a un parque de diversiones. El cine es una expresión de arte, se equivocan quienes creen que es entretenimiento o industria. Los que pasan por la vida como creadores deben jugarse la vida con grandeza, y saber morirse de hambre y saber que sus películas las van a ir a ver nada más que veinte personas, como me ocurre a mí más allá de que traje el primer premio en el festival de Checoslovaquia con El fantástico mundo de la María Montiel. El Aniceto y Crónica… tampoco las vio nadie, El Dependiente tampoco, lo lamento, lo lamento porque esto quiere decir que tenemos una mediocridad sensitiva que es lastimosa. Y esto toda la vida fue así. Lo lamento por los que no se dan cuenta de que se está transitando por un suceso de milagros y de sensibilidades. El hombre no puede caminar por la vida pensando que tiene que ir a pagar una boleta o que no puede cruzar una luz roja, más allá de las normas establecidas de una sociedad para poder convivir, hay acontecimientos que le son primigenios, como es saber que es un milagro que camina… Mientras yo te estoy hablando mi boca se humedece, mis uñas están creciendo, no somos un suceso porque sí, como no lo es el vegetal, como no lo es la hormiga… No sé si estoy hablando estupideces pero es lo que siento. El creador debe estar para dar, la palabra éxito es muy fea, el creador debe dar lo mejor que tiene.”
Como un sencillo manifiesto, Jury expresa esa condición fundamental que, para él, debe subyacer a todo arte: la confianza en el ser humano. El regreso a la fibra íntima donde razón y pasión, intelecto y sentimiento se vuelven partes indiferenciadas de una misma voluntad. Lejos de reglamentismos obcecados, lejos de la tiranía de la ley, la propuesta de Jury es un retorno a la esencia, la posibilidad de volver a establecer un contacto más genuino entre los sujetos. Un mirarse cara a cara, de igual a igual. En un tiempo donde la proliferación de “nuevos derechos” pareciera ser sólo discursiva, donde la razón se desdobla en mil caras y los avances científicos se ubican a la par del perfeccionamiento de las armas de destrucción masiva, la obra de Zuhair Jury puede ser un buen camino para comprender cómo tantas veces las formaciones de la cultura devienen una farsa.
Por Luisina Valenti.-
Zuhair Jury nació en Luján de Cuyo, Mendoza, a mediados de 1930. De esa tierra, del recuerdo de esa tierra, están hechos sus primeros relatos: el pueblo, la tarde, la gente, los dramas. “Lo más extraño, que puede entenderse tal vez desde el realismo mágico, es que allí, en un pueblo de treinta cuadras, funcionaban dos cines que abrían todos los días a sala llena”, recuerda en una breve entrevista.
Hijo de una aficionada escritora de radioteatros y un sirio que los abandonaría a los pocos años, Zuhair vivió una infancia feliz en Mendoza, hasta que, empujada por la difícil situación, su madre debió emigrar a Buenos Aires con él y su otro hijo, Fuad Jorge Jury, mejor conocido como Leonardo Favio.
Del trabajo con su hermano surgieron memorables filmes, como “Crónica de un niño solo” (1965), cuyo relato se construye sobre las memorias de ambos tras su paso por el reformatorio que luego sería la cárcel de menores, “Este es el romance del Aniceto y la Francisca, de cómo quedó trunco, comenzó la tristeza y unas pocas cosas más” (1966) -mejor conocido como “El romance del aniceto”-, Juan Moreira (1973) y Nazareno Cruz y el lobo (1975), entre otras.
En la dupla compuesta por los hermanos Jury, Zuhair fue quien se encargó de los guiones. Así, “El romance del Aniceto” está basado en su cuento “El cenizo”, al igual que “El dependiente” en su cuento homónimo, ambos reunidos en el recientemente editado “El romance del aniceto y otros cuentos” (editorial Mil botellas). Esta compilación de relatos breves -entre los que se incluyen “La ballena”, “De un sucedido” y “El de los baldes”- explora en un tono arltiano, al igual que sus restantes producciones, el costado marginal y poético de la sociedad argentina: antihéroes, desplazados y silenciados que tienen voz propia en sus ficciones. “Con esa gente me siento muy bien, conozco su lenguaje, soy parte de ellos. Con quien no me muevo bien es con la clase media, ni siquiera puedo intentar un relato porque desconozco y no me conmueven sus dramas. Pertenecen a una vibración menor que los dolores de abajo. No sé explicar un problema de clase media, no me llega, lo cual no quita que me hubiese gustado pedirle al cirujano que me operó que firmara en mi estómago su hazaña. No deberían firmarse las obras, así como los cirujanos no firman sus hechos. Pero lo que más me conmueve son los mundos interiores, lo sensible” reflexiona.
Historias de celuloide
Si bien Zuhair se ha destacado como guionista, también dirigió sus propias películas. Al respecto, el guionista y director se declaró convencido de que un buen guionista puede hacer cine en cualquier momento, en tanto los valores de los planos están incorporados de tal forma en la escritura del guionista al momento del armado del guión, que ésto es prácticamente natural. Entre las producciones destacadas de Zuhair Jury como director pueden encontrarse “El fantástico mundo de la María Montiel” (1978), “El largo viaje de Nahuel Pan” (1995), “El piano mudo” (2001) y la inédita “La mayoría silenciada” (1986). “El fantástico mundo de la María Montiel” es una narración con estilos del realismo mágico que cuenta la historia de la pequeña María Montiel, una niña que vive un mundo de fantasía entre los hornos de cocción de ladrillos. Esta película le valió a Jury el primer premio de Karlovy Vary en el Festival Internacional de Cine de Checoslovaquia. “El largo viaje de Nahuel Pan” es la historia de Nahuel, un hombre perteneciente a la tribu mapuche que viaja a Buenos Aires para hablar con el presidente de la nación. Al llegar a la Capital Federal entabla amistad con un homosexual -interpretado por el brillante Alberto Sesgado-, quien lo ayuda a denunciar los abusos del poder a su comunidad y los padecimientos de su pueblo. Momento donde el Jury guionista sale a relucir es el breve diálogo que Nahuel tiene con el secretario del presidente, quien, sin entender mucho la paz de ese hombre, lo escucha asombrado: “Donde no vive ni la lagartija. Ahí estamos nosotros. Con nuestros hijos flacos, con nuestras mujeres que tosen. [...] Mandamos a nuestros hijos a la escuela, y a veces vuelven llorando, porque tu historia les dice que somos salvajes.”
Finalmente, “El piano mudo” es la ficción que Jury imagina para la vida del eximio pianista tucumano Miguel Ángel Estrella, más precisamente su encarcelamiento como preso político en Uruguay durante la dictadura. Estrella, descendiente de turcos, fue apresado por el ejército uruguayo, torturado y maltratado en una cárcel del país oriental, donde llegó a sufrir severos atrofios en sus dedos a causa de los maltratos. Para el desarrollo de esta película, Jury se apoyó en las recomendaciones y relatos del mismo Miguel Ángel Estrella, hoy embajador argentino en la UNESCO: “Ese fue un desafío muy difícil, muy tremendo, porque hacer la vida de alguien que está vivo es casi una insolencia: es tremendo pretender reflejar a quien anda caminando, lo que hizo algunos años atrás. Puede decirme la persona: ‘Yo no caminaba así’. En fin, tuve un año de trabajo con él, tomando notas, elegí un actor no conocido pero que tenía todas las características de su imagen, y entonces me largué. Trabajamos en la cárcel del Uruguay que paradójicamente o cínicamente se llama “Libertad”, donde él estuvo torturado y detenido, y no desapareció porque influyeron hasta la corona de Inglaterra. Inclusive fue la reina la que le mandó el piano. Él rogaba por un piano y el piano se lo entregaron desarmado, con las teclas mudas. Lo que ellos no sabían es que una persona del talento musical de esos niveles puede sentir la música digitando el instrumento que fuese. Así que más allá de las desesperanzas por lo que le habían entregado, pudo recrear conciertos enteros. Hubo uno que no lo pudo tocar nunca más luego de liberado, y es el que más ensayó en ese teclado mudo…”
Tanto en sus películas, como en sus guiones y relatos, Jury trabaja la tensión entre el margen y el centro, la periferia y el poder. Sus protagonistas encarnan situaciones que ponen de manifiesto el conflicto entre el “deber ser” -representado por el aparato legal y social que encuadra las historias, siempre presente- y los abusos por parte de quienes promulgan estas imágenes contra los habitantes de las periferias: los “niños solos”, los pueblos originarios, los artistas, los distintos.
Con respecto a sus producciones y el papel del arte, del cine fundamentalmente, Jury expresó, a propósito del lanzamiento de su último libro “El glorioso velorio de Juana Pájaro”: “Hay una equivocación: el cine no es una industria, una industria es una fábrica de alpargatas; ni es un entretenimiento, para entretenerse uno va a un parque de diversiones. El cine es una expresión de arte, se equivocan quienes creen que es entretenimiento o industria. Los que pasan por la vida como creadores deben jugarse la vida con grandeza, y saber morirse de hambre y saber que sus películas las van a ir a ver nada más que veinte personas, como me ocurre a mí más allá de que traje el primer premio en el festival de Checoslovaquia con El fantástico mundo de la María Montiel. El Aniceto y Crónica… tampoco las vio nadie, El Dependiente tampoco, lo lamento, lo lamento porque esto quiere decir que tenemos una mediocridad sensitiva que es lastimosa. Y esto toda la vida fue así. Lo lamento por los que no se dan cuenta de que se está transitando por un suceso de milagros y de sensibilidades. El hombre no puede caminar por la vida pensando que tiene que ir a pagar una boleta o que no puede cruzar una luz roja, más allá de las normas establecidas de una sociedad para poder convivir, hay acontecimientos que le son primigenios, como es saber que es un milagro que camina… Mientras yo te estoy hablando mi boca se humedece, mis uñas están creciendo, no somos un suceso porque sí, como no lo es el vegetal, como no lo es la hormiga… No sé si estoy hablando estupideces pero es lo que siento. El creador debe estar para dar, la palabra éxito es muy fea, el creador debe dar lo mejor que tiene.”
Como un sencillo manifiesto, Jury expresa esa condición fundamental que, para él, debe subyacer a todo arte: la confianza en el ser humano. El regreso a la fibra íntima donde razón y pasión, intelecto y sentimiento se vuelven partes indiferenciadas de una misma voluntad. Lejos de reglamentismos obcecados, lejos de la tiranía de la ley, la propuesta de Jury es un retorno a la esencia, la posibilidad de volver a establecer un contacto más genuino entre los sujetos. Un mirarse cara a cara, de igual a igual. En un tiempo donde la proliferación de “nuevos derechos” pareciera ser sólo discursiva, donde la razón se desdobla en mil caras y los avances científicos se ubican a la par del perfeccionamiento de las armas de destrucción masiva, la obra de Zuhair Jury puede ser un buen camino para comprender cómo tantas veces las formaciones de la cultura devienen una farsa.
Por Luisina Valenti.-